La fiesta en honor al Cristo del Prado de Madridejos celebra su centenaria tradición en 1890
En el año 1890, la localidad de Madridejos, en el corazón de la región de Castilla-La Mancha, celebra un hito histórico: la centenaria tradición de la fiesta en honor al Cristo del Prado. Esta importante fecha marca un momento significativo en la vida de la comunidad, que durante siglos ha rendido homenaje a esta imagen religiosa de gran devoción popular. La fiesta, que se remonta al siglo XIX, es un ejemplo vivo de la rica herencia cultural y religiosa de la zona, y su celebración es un acontecimiento que atrae a miles de personas de toda la región. En este artículo, repasaremos la historia y la importancia de esta fiesta centenaria, y exploraremos los detalles de su celebración en este año tan especial.
La Mancha toledana rinde homenaje al Cristo del Prado en su centenario
Madridejos celebra tradición centenaria en honor al Cristo del Prado
La localidad de Madridejos, ubicada en La Mancha toledana, se ha despedido de sus ferias y fiestas en honor al Santísimo Cristo del Prado, una de las citas ineludibles en la región en los estertores del verano.
La celebración ha sido una de las más importantes y tradicionales de la zona, compartiendo protagonismo con las fiestas de otros pueblos cercanos, pero reivindicando sus particularidades.
Un viajero ilustrado describe la fiesta en 1890
El periodista madridejense Pedro Carreño ha facilitado a La Tribuna una de las primeras referencias escritas que se tienen de las fiestas, publicada en formato de carta al director en 1890 en el periódico 'El Demócrata' por un visitante muy ilustrado en aquellos tiempos.
La carta, firmada por José M. de Llinás, ofrece una descripción atractiva e interesante de lo que fueron las fiestas en aquellos tiempos. El viajero describe la villa de Madridejos como una villa de doce a quince mil almas, grande, alegre, agrícola, industrial, y en la que, por haber de todo, hasta de lo que en la corte apenas se encuentra ahora, hay aquí, porque aquí hay política, y algo más seria de lo que por allí suele serlo.
La villa de Madridejos en 1890
El viajero destaca la blancura de las fachadas, los árboles que adornan algunas calles, y la amplitud de las calles, que le dan un aspecto alegre y simpático. También destaca la existencia de fábricas de harinas, de tejidos de lana y de licores, que emplean a mucha gente y constituyen una fuente de riqueza para la villa.
Además, describe los alrededores de Madridejos como preciosos, y su campo limitado por las sierras, que se extienden en semicírculo, está lleno de magníficos palomares, que a menudo sirven de quintas de recreo.
La celebración del Cristo del Prado en 1890
Sobre las fiestas en concreto del Cristo del Prado, el viajero destaca el fervoroso culto y fe ciega de los madridejenses, destacando en el lado profano de la celebración los fuegos artificiales, el teatro y los toros.
En cuanto a los fuegos artificiales, destaca la originalidad de los cohetes que se lanzaban, que se bautizaron como cohetes Cánovas y que tenían la particularidad de lanzar un agudo e intenso silbido mientras se elevaban majestuosamente en el espacio.
Por último, la misiva del viajero reserva un hueco para la política de la época, destacando que esta aquí no excita los ánimos ni se oye el clamoreo general que en otras partes contra la tiranía del caciquismo.
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