En un año lleno de significado y celebración, las Hermanas Agustinas conmemoran un hito importante en su historia: 450 años de dedicación y servicio. Desde su fundación en 1565, esta orden religiosa ha sido un pilar fundamental en la sociedad, brindando apoyo y amor a aquellos que más lo necesitan. A lo largo de los siglos, las Hermanas Agustinas han demostrado su compromiso con la educación, la salud y la caridad, dejando un legado que trasciende fronteras y generaciones. Este aniversario es un reconocimiento a la perseverancia y la fe que han caracterizado a esta orden religiosa a lo largo de la historia.
450 años de historia y dedicación: La Comunidad de Hermanas Agustinas celebra su fundación
Una Comunidad con una larga tradición de servicio y amor
La Comunidad de Madres Agustinas celebra hoy en Talavera el 450 aniversario de su fundación, guiada desde el siglo XVI por San Alonso de Orozco. Fue el 9 de mayo de 1574, en la calle Corredera del Cristo, donde se originó y comenzó a tomar forma un proyecto religioso que, desde 1901, es también centro escolar, el colegio bajo la protección Sagrados Corazones.
La Comunidad «prendió una luz que no ha dejado de brillar de forma ininterrumpida a través de innumerables generaciones de hermanas fieles que han sabido mantener esta llama encendida». Así lo explica la Madre María, Superiora y directora de uno de los colegios con más prestigio de la ciudad.
Un proyecto religioso con raíces profundas
Alonso de Orozco, en la Orden de San Agustín, puso en pie esta comunidad «siguiendo los designios de Dios, que le encomendó su divino proyecto», iniciando así más de cuatro siglos de presencia en Talavera que «han dejado huella en la vida de todos aquellos que han vivido con ella, de ella y cerca de ella».
El fundador de las Agustinas vivió en Toledo y Salamanca, dentro de la Orden de San Agustín, pero eligió Talavera para su Monasterio, muy cerca de su Oropesa natal. Tras varios años en la Orden, fue nombrado predicador de la Corte del Rey Felipe II, a quien aconsejaba y confesaba en numerosas ocasiones.
Una historia marcada por la fe y la dedicación
En los orígenes en Talavera tiene mucha importancia Francisca, hermana de Alonso, que enviudó joven y decidió dedicar el resto de su vida a Dios, entregando a su hermano la casa en la que había vivido con su marido, en la Corredera. Allí, junto con un grupo de amigos, comenzó su andadura con el nombre 'Beatas de San Agustín'.
Pasados tres años, edificaron la Iglesia con título y advocación de San Ildefonso, por la devoción del santo fundador al capellán de la Virgen. El 2 de mayo de 1576 entra en ella el Santísimo Sacramento. El campanillo regalado por el santo fundador a la Comunidad, estrena su alegre sonido para anunciar tan gran acontecimiento.
Un legado que trasciende fronteras
La Comunidad sufrió muchas adversidades a lo largo de su historia, como la invasión de las tropas napoleónicas en 1808, la Desamortización de Mendizábal en 1836 o la Guerra Civil, cuyas bombas destruyeron el convento, teniendo que ser acogidas las monjas en las casas de sus familias y de las alumnas. Posteriormente volverían para reconstruirlo y empezar de nuevo.
Con el traslado de la Comunidad en 1985 a su actual ubicación, la antigua casa fundacional pasó a manos del Arzobispado, convirtiendo su iglesia en sede de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento «para gran alegría de la Comunidad».
«Pero como Dios sueña en grande, quería más de nosotras», explica la Madre María, y como la Comunidad estaba floreciente, además de ayudar a varios conventos de la Federación en España, escasos de vocaciones, han traspasado las fronteras y han nacido en Panamá, en 1989, y recientemente en Colombia, en 2023, fundación solicitada por los Padres Agustinos que este curso está dando sus primeros pasos.
Hoy, en todos aquellos lugares donde están presentes, la Comunidad ofrece, además del servicio docente, la posibilidad de ser escuela de oración y de vivir el Carisma Agustiniano, a través de diversas asociaciones de fieles.
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