En el contexto de la década de 1890, la historia del ejército de Filipinas toma un papel protagónico en el devenir de esta nación insular. Durante este periodo, la presencia militar en la región adquiere una relevancia especial, marcada por diversos acontecimientos que moldearán el devenir histórico del archipiélago. La organización y actividades del ejército en este período se convierten en elementos clave para comprender la dinámica política y social de la época. La influencia de las potencias coloniales, las tensiones internas y externas, así como las luchas por la independencia configuran un escenario complejo en el que las fuerzas armadas desempeñan un papel determinante. Este análisis detenido del ejército filipino en la década de 1890 nos permite vislumbrar aspectos fundamentales de su desarrollo y su impacto en la historia del país.
El ejército de Filipinas en la década de 1890: una fuerza militar en evolución
Filipinas, declarada Capitanía General de España en 1574, mantuvo esta condición hasta 1821, fecha de la independencia de México. Bajo el título de Capitanía General del reino de España, se mantuvo hasta 1898, persistiendo en los archipiélagos de las Carolinas, Marianas y Palaos. Los gobernadores generales ostentaban el título de capitán general, con jurisdicción sobre las Indias Orientales. En su estructura, el segundo en mando, el segundo cabo, era un general de división, gobernador de Manila y subinspector de las tropas. Existía un Estado Mayor con cinco secciones: organización, administración, personal, justicia y reclutamiento.
El ejército filipino se caracterizaba por el reclutamiento de tropas indígenas bajo el mando de oficiales peninsulares, con excepción del Regimiento de Artillería. La Infantería, principal componente, se dividía en siete regimientos, cada uno con una fuerza de 796 hombres. La Caballería contaba con un escuadrón de 171 efectivos en Manila, mientras que la Artillería disponía de un regimiento con dos batallones en Manila y Cavite. El Cuerpo de Ingenieros dirigía obras públicas con personal indígena y oficiales de Infantería.
Para el mantenimiento del orden público, se contaba con la Guardia Civil y los Carabineros, encargados de combatir el contrabando. El ejército filipino experimentaba constantes reformas y cambios en su estructura, lo que generaba inestabilidad en los mandos y la tropa. El levantamiento de agosto de 1896 y las dudas sobre las tropas indígenas llevaron al capitán general Blanco a declarar el estado de guerra y solicitar refuerzos desde la Península.
El Museo del Ejército, con la exposición '1898 el final de cuatro siglos de Cuba y Filipinas españolas', rinde homenaje a quienes sirvieron bajo la bandera de España en aquellos territorios, marcando el fin de la presencia española en Filipinas.
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