Rufo destaca en la sombra y la luz

En el mundo del arte, la luz y la sombra suelen ser elementos fundamentales para crear una atmósfera emocional y transmitir sentimientos. Rufo, un artista visionario, ha logrado fusionar estas dos facetas opuestas en sus últimas creaciones, generando un impacto visual y emocional en el espectador. Con su estilo único y personal, Rufo destaca en la sombra y la luz, haciendo que el contraste entre estos dos elementos sea el protagonista de sus obras. En esta exposición, podrás sumergirte en un mundo de luces y sombras, donde la creatividad y la imaginación se fusionan para crear una experiencia visual única.

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Rufo destaca en la sombra y la luz

El idilio de Tomás Rufo y Talavera continúa dejando capítulos de toreo aguerrido y entregado. Por contra, La Caprichosa, muestra que Rufo es uno de los suyos y que la relación marcha viento en popa.

No en vano, era Rufo, el más nobel del cartel, el motivo por el que los aficionados recorrían en masa los Jardines del Prado momentos antes del festejo. No en vano, ni Manzanares ni Ortega estuvieron a la altura de lo que la afición demandaba, especialmente este último, que escuchó una sonora bronca al abandonar el coso.

Toreo de lujo con Rufo a la cabeza

Toreo de lujo con Rufo a la cabeza

Un festejo con una primera parte positiva, un tercer capítulo notable, un sexto apoteósico para el público, y un cuarto y quinto muy a menos. Especialmente el quinto que provocó la ira de los aficionados.

Alcurrucen sí se guardó hoy uno bueno para lidiarlo. De esos que salvan una tarde. Lo echó en sexto lugar y Rufo lo aprovechó para soltarse con el capote y explayarse con la muleta. Empezó de rodillas en los medios, para luego gustarse por ambos pitones ante el clamor de sus paisanos.

Toreo con relajo y desmayó en circulares eternos en los que Cumbre Roja se hizo cumbre alta para seguir la pañosa al ritmo que un templadísimo Rufo le marcaba. En la media distancia el en la cercanía. De figurón del toreo.

Y se lo llevó a los fatídicos terrenos del coso talaverano para entrar a matar. Dejó un pinchazo en lo alto, y cambiándole la suerte, volvió a pinchar, y a la tercera lo cazó, y la plaza fue un clamor. Oreja que pudieron ser dos.

La brusquedad del tercero al final del muletazo se la quitó Rufo con mando y sometimiento. El torero de Pepino apostó en su plaza para obligar al de Alcurrucén a pasar. Mando y apuesta que hizo que el animal fuera dejando de soltar la cara y se sometiese al mando del espada.

Fue acortando distancias, tragando, hasta que el toro quedó acobardado entre el clamor de La Caprichosa. Se tiró muy derecho a matar y los tendidos se poblaron de pañuelos para otorgar un merecido trofeo.

La actuación de los demás toreros

El bonito castaño que hizo primero tuvo la bondad de ir y el defecto de no entregarse. Ante él, J.M. Manzanares acompañó las embestidas de forma estética sin apretarse.

El alicantino compuso como acostumbra, en una faena de no mucho compromiso pero sí mucha elegancia. A la hora de matar presupuso que se le vendría a la suerte de recibir, pero pinchó. Al volapié dejó una gran estocada que pronto dio con el burel en el suelo y le valió para saludar una ovación.

El cuarto estaba cuajado de kilos pero corto de pitones. Cornetillo se empleó bien en el capote, pero en la muleta embestía a paso parado, pensándoselo y reponiendo sobre las manos. Se vino muy a menos y la gente agradeció el esfuerzo sin recompensa de Manzanares.

Mató a la segunda, porque ni la espada funcionó; porque ni el toro era el ideal, ni Manzanares es Manzanares.

El que hizo segundo descolgó más de una cuarta cuando Ortega cogió la muleta. El fenotipo del toro no fallaba, la actitud no fue la misma. Ortega anduvo pinturero, tratando de desenroscar la tapa del tarro de las esencias, pero sin terminar de hacer fuerza.

La espada volvió a ser el talón de Aquiles, y tras dos pinchazos dejó una entera de rápido efecto con la que lo despenó. Silencio.

El quinto se frenó tras el paso por el caballo y Ortega anduvo por delante sin hacerse con él. Los banderilleros salieron en plena faena de muleta a dar capa a un animal que sin hacer ningún feo, sembró el pavor en el sevillano que pasó un quinario y lo mató de atravesada pescuecera. Pitos.

Manuel Marín

Soy Manuel, un periodista apasionado por la actualidad toledana que trabaja en el Diario de Toledo, un periódico independiente que busca informar con veracidad y objetividad. Mi misión es investigar, redactar y publicar noticias relevantes para nuestra comunidad, siempre manteniendo la ética profesional y la responsabilidad periodística. Con compromiso y dedicación, busco transmitir la información de forma clara y precisa, contribuyendo así al debate público y a la pluralidad de opiniones en nuestra ciudad. ¡El periodismo es mi pasión y en el Diario de Toledo encuentro el espacio perfecto para ejercerlo!

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