Oscuridad y silencio para el Cristo de la Espina
La icónica imagen del Cristo de la Espina, venerada y admirada por generaciones, se sumerge en un profundo momento de recogimiento. En un acto sin precedentes, la talla religiosa será retirada temporalmente de su altar principal para someterse a un proceso de restauración y conservación. Esta decisión, tomada por las autoridades eclesiásticas, busca garantizar la perpetuidad y el esplendor de esta obra de arte sacro. Durante este periodo, el templo se sumirá en una atmósfera de serenidad y reflexión, donde la ausencia del Cristo de la Espina será palpable, pero su presencia espiritual se hará aún más intensa.
Valiente procesión del Cristo de la Espina desafía la lluvia y el viento
Las previsiones meteorológicas no ayudaban a tomar la decisión final. Lluvia durante casi todo el día y fuertes rachas de viento hicieron pensar que la balanza se decantaría por la suspensión de una de las procesiones más bellas de la Semana Santa talaverana. Sin embargo, y tras comprobar que a la hora de la misma el cielo anunciaba una tregua, la Cofradía del Santísimo Cristo de la Espina determinó con valentía sacar su paso a la calle para alegría de los fieles. El viento fue entonces el principal riesgo a batir, en una noche desapacible en la que la lluvia volvió con fuerza una vez alcanzada la Ronda del Cañillo.
Emotiva procesión nocturna del Cristo de la Espina ilumina la oscuridad
En la noche del Miércoles Santo predominan los momentos marcados por la seriedad, la sobriedad y, sobre todo, el silencio. Es la noche en la que el Santísimo Cristo de la Espina, con rostro cansado, cubierto de sangre y demacrado, refleja en las oscurecidas calles del recorrido procesional el intenso sufrimiento que experimentó Jesucristo cuando fue clavado en la cruz.
Una vez en marcha, la talla del Cristo de la Espina desfiló a paso lento y seguro por el puente, únicamente iluminado por las velas y cirios de cientos de cofrades, ataviados con túnicas negras marcadas con una gran cruz blanca en el pecho y ceñidas con un cinturón de esparto.
La procesión llegó a la otra orilla del Tajo, en Ronda del Cañillo, pasada la media noche. Desde ahí, y ya con todos los fieles acompañando al paso, el Cristo de la Espina enfiló el camino hacia La Colegial sin pasar por las Murallas. La noche no daba para arriesgarse por el trayecto habitual y hubo que acortar el recorrido. La cofradía resguardó la talla con un plástico ante la fuerza que tomaba la lluvia, pero el viento tampoco lo puso fácil. La recompensa a la accidentada llegada a La Colegial fue la ovación de los presentes, para una procesión que había conseguido salvar las adversidades.
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